miércoles, 15 de junio de 2011

Compartían las hojas de otoño sobre la vereda
las gotas de lluvia que caían sobre sus caras.
gritos de vendedores de paraguas,
Ambos empapados en la plaza central,
ella llevaba un abrigo rojo, y el paragua cerrado sobre la banca,
bajo arboles tristes,
Observando el color del agua estancada de la pileta.

No se conocían.

Hasta que se acerca ha ellos un hombre extraño,
ni lento, ni ocupado 
-Ya saben como funciona; -les dice-
Ambos se miran. 
Habían pasado un par de horas,
ninguno noto la espera del otro.
Confundidos responden:

-Quiero uno. Dice ella.
-Necesito 6 responde el.

Hacen el intercambio y el hombre desaparece.

Lento caminan por la plaza fría
¿Vamos por un café? Pregunta él.
Vamos al mar .
Responde ella 
-Vamos por un poco más de frío, un poco más de espera. Te puedo regalar un poco más de locura.

3 comentarios:

  1. si!, que eso hace falta, pero "ya no hay locos"- decía león felipe- "todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo"..
    y así nos va...


    salud y locura!

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  2. y porque sí, acá estoy, perdiéndome en este sueño de palabras, en estas manos... sin preguntas.

    Bellísimo.

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